La Novena de Mozart.
Ya saben ustedes cómo es esa historia de la intertextualidad que tanto nos fascina. No sólo se da unos autores a otros -como los cocodrilos de las alcantarillas pynchonianas paseandose por las páginas de Ruff. También se producen de autor a autor y Pynchon es un genio en la materia.
Pero en esta semana nos vamos a fijar en cierta intertextualidad musicales con Mozart como protagonista. Piensen por un momento en la Novena de Beethoven. Piensen en su pasaje más gracioso: la Oda a la Alegría de Schiller.
¿Qué dirían ustedes si les dijeramos que la melodía fundamental de esta obra está directamente inspirada en una partitura de Mozart? Sí, ya nos dirían que es imposible, que no puede ser plagio por aquello de que Beethoven estaba como una tapia. Pues sí. Pueder ser. Es.
Pero en esta semana nos vamos a fijar en cierta intertextualidad musicales con Mozart como protagonista. Piensen por un momento en la Novena de Beethoven. Piensen en su pasaje más gracioso: la Oda a la Alegría de Schiller.
¿Qué dirían ustedes si les dijeramos que la melodía fundamental de esta obra está directamente inspirada en una partitura de Mozart? Sí, ya nos dirían que es imposible, que no puede ser plagio por aquello de que Beethoven estaba como una tapia. Pues sí. Pueder ser. Es.
Una vez más una anecdota deliciosamente pynchoniana. Como curioso es el cuadro que conmemora el momento en el que el joven Beethoven tocó para el maestro Mozart.
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