Der Golem.

A principios del siglo XVII, el rabino de Praga creo una maravilla para defender a los judios. Esa maravilla era el golem: un autómata, humanoide, que cobra vida gracias a un texto sagrado, gracias al nombre de Yaveh.

Mediadios del siglo XVIII. Colonias británicas. Un golem pasea sus pies de mastodonde por las inmediaciones del campamento de Mason y Dixon. Dicen que protege a la tribu perdida de Israel que desde tiempos inmemoriales vive en el Nuevo Mundo... en la nueva Tierra Prometida. Un golem judio, pionero y quiza ya, navajo.

Otra visión del XVIII.

No es Pennsylvania, no es Maryland, ni siquiera es la todavía inexistente Delaware. Es un fotograma de Barry Lyndon. La película de Kubrick se estrenó en 1975. Hacía dos años que Pynchon había publicado su Arco Iris de Gravedad. Quizá ya estaba inmerso en la escritura de M&D. O quizá los paisajes de Kubrick, los cielos, las casacas y las pelucas le abrieron el apetito por el siglo XVIII.

Puede que sea una locura. O puede que no. Sólo Pynchon lo sabe.

Café o té.

Dixon bebe café. Mason prefiere el muy británico té de las Indias. Se queja Mason de que sólo se puede aprovechar la primera taza. Pero eso es precisamente lo que le gusta a Dixon: el placer efímero.

Susquehanna River.

Y Dixon midió el río sin mojarse los pies. (Las virtudes del agrimensor).

La anguila eléctrica.

El Gymnotus del Profesor Voam según Von Humboldt.

Dolly ya lo sabía.

Dixon y Mason se sintieron atraídos hacia la mansión de Lord Lepton. Y pudieron oponer tan poca resitencia como la aguja que marca el norte. Y allí se encontraron con unos caballeros no tan caballerosos.

Fantasmas en Raby.

(Cuando Lady Lepton no era Lady y Dixon no era más que un niño)

Representación, revolución y timbre.

Agitados años sesenta. Los colonos protestan contra unas leyes que tienen que cumplir porque la Corona lo manda, aunque ellos no tienen representación en la Cámara de Comunes -¡ah! el viejo y polémico asunto de la representación.

La "Ley del Timbre" fue la penúltima provocación. En 1765 la "Stamp Act" obliga a los habitantes de las colonias a adquirir papel timbrado -gravado con un impuesto- para escribir cartas, imprimir libros, documentos jurídicos y hasta para jugar a las cartas. En América, para escribir, hay que pagar.

Quién sabe si fue el asunto de las cartas lo que terminó de crispar a los futuros americanos. Lo cierto es que nueve colonias llegaron a mandar representantes a Nueva York ante este atropello. Si Londres les tocaba el bolsillo, los colonos tendrían que responder de la misma manera. Amenazaron con boicotear las mercancías inglesas.

Ante las protestas y las turbulencias, Gran Bretaña tuvo que retirar la Stamp Act. Pitt el Viejo y Burke pasaron a la posteridad como hérores.

La metropoli no lo sabe, pero el imperio está en peligro. Mason, ya lo sospecha.

La antigua New Amsterdam.

Cuando Mason llegó a Nueva York, desde Staten Island sólo se divisaban las torres de algunas iglesias. ¿Realmente valía aquel villorrio los 60 guilders que los holandeses pagaron a los indios algonquinos? Nueva York no era Filadelfia... pero quizá Peter Minuit fuera un visionario.

La autóPata de Vaucanson.

El autómata original de Vaucanson ha desaparecido -nosotros sabemos porqué- pero se guarda una fidelísima réplica del ingenio en el Musée des Automates de Grenoble. Voilà.

El sueño británico.

Does Britannia, when she sleeps, dream? And is America her dream? - in which all that cannot pass in the metropolitan Wakefulness is allow'd Expression away in the restless Slumber of these Provinces, and on West-ward, wherever 'tis not yet mapp'd, nor written down, nor ever, by the majority of Mankind, seen - serving as a very Rubbish-Tip for subjunctive Hopes, for all that may yet be true - Earthly Paradise, Fountain of Youth, Realms of Prester John, Christ's Kingdom, ever behind the sunset, safe until the next Territory to the West be seen and recorded, measur'd and tied in, back into the Net-Work of points already known, that slowly triangulates its Way into the Continent, changing all from subjunctive to declarative, reducing Possibilities to Simplicities that serve the ends of Governments, - winning away from the realm of the Sacred, its Borderlands one by one, and assuming them unto the bare mortal World that is our home, and our Despair.

Un invierno en Delaware.

Los vecinos de New Castle duermen con un ojo abierto. Temen a los piratas que saquean las poblaciones costeras del Este. Pero Mason y Dixon no tienen tiempo para preocuparse... Saben que les esperan más peligros al otro lado. En el desconocido Oeste.

Hay que modernizarse, querido Mason.

-¿Estás diciendo que mi peluca no es... lo bastante audaz?

-Escucha, hombre, Molly y Dolly, ¿las recuerdas?, sólo hablan de tu aspecto y de las maneras de modificarlo, por lo menos cuando estoy presente, lo cual ha arruinado, ¡ay!, y más de una vez, la promesa de una velada galante. Tu peluca en particular es, y perdona que te lo diga, una de las principales causas de que la atención que deberían poner en mí se desvíe hacia tu persona.

-Es una Ramillies de calidad mediana... comprada en Bermondsey hace algunos años a un artesano de pelucas irlandés fugitivo... El letrero de la tienda rezaba "Señor Lorenzo, Servicio Atento"...

(Dixon, Molly y Dolly tienen razón: la peluca de Mason está anticuada. El modelo Ramillies nació en Inglaterra en 1706 para conmemorar la victoria anglo-holandesa sobre las tropas de Luis XIV. Confeccionada de pelo blanco con una larga trenza anudada con dos lazos de terciopelo, a principios del dieciocho se consideraba moderna y hasta informal... pero en los sesenta era casi una reliquia).

Manuscrito o mecanografiado.

Siempre me lo he preguntado. ¿Pynchon escribe a mano o a máquina? ¿Pasó de la Underwood al Windows o nunca le dio a las teclas? ¿Se quedó quizá en la pluma o prefiere un buen lápiz de mina negra y roma?

Si se quedó en la pluma, debe ser uno de los mayores compradores de cartuchos de tina de Manhattan. Si se pasó a la tecnología de Sillicon Valley, su impresora debe echar humo.

La profecía de Dolly.

Allá abajo son unos simplones. Imaginan que tú y tus instrumentos vais a enriquecerles. Lord Lepton es uno de ellos, y te sentirás atraído hacia su finca, que goza de mala reputación, cuando avanceis hacia el Oeste, y podrás oponer tan poca resitencia como la aguja. Cuando eso ocurra, marinero entre las islas de hierro, navegante con brújula de agrimensor, ten cuidado.

(Una reputación, que en la boca de Dolly promete ser tan mala como la de la granja de perversión en la que Mondaugen se ve atrapado en el Kalahari).

Intrigas en Pennsylvania.

El detective cuáquero. Es un folletín posterior a nuestros héroes. Pero podría describir también a ese Dixon preocupado por una conspiración que no termina de desentrañar. Aunque el agrimenrsor, a buen seguro, era más... estilizado (observese la curva de la felicidad de este detective que a pesar de ser cuáquero no duda en empuñar una pistola).

Estimados señores de Tusquets...

La Pynchon Community se pone en contacto con ustedes para informarles de que en la mayoría de las librerías españolas está agotada "La Subasta del Lote 49".

Por supuesto que la noticia nos llena de alegría. A más ejemplares vendidos de Pynchon, más gente está disfrutando de su literatura. Pero también nos inquieta: no desearíamos que la escasez de material pynchoniano frustrara las aspiraciones de los lectores venideros. La desaparición de "La Subasta" podría ser el primer paso de un futuro sobrecogedor en el que Pynchon se esfumara de las librerías. Absolutamente aterrador. Quién sabe si es cosa de los agentes del Tristero.

Aunque la Pynchon Community tiene sus recursos para encontrar casi cualquier ejemplar de las novelas del genio, les rogamos reediten "La Subasta" para que disfruten de ella los futuros lectores de Pynchon -lectores futuros que todavía no saben que lo son.

...Y un tipo electrizante.

Por fin sabemos cuáles fueron las más sorprendentes aventuras de Franklin... Aunque las más increíbles no las descubrimos en TIME. Las leímos en Mason & Dixon. Gracias de nuevo, mister Pynchon.

Un tipo simpático.

Y eso que en los dólares parece un hombre serio...

Por tierra, mar y... ¡aire!

Con su propia línea aérea, Mason y Dixon habrían cruzado antes el proceloso Atlántico (o no).

De hecho, los aviadores de la Mason & Dixon Air Lines también eran pioneros.

Marítimo Durham.

Era lógico que Dixon se lanzara a la mar. Por lo menos, parece lógico al ver este mapa de su condado natal, Durham. Más agua que tierra, mal negocio para un agrimensor.